lunes, 1 de octubre de 2012

Escribir

Hace unos años, tal día como hoy, comencé a escribir. Escribía casi a diario, al principio a trompicones, con muchas cosas en la cabeza y pocas en el papel, como la impotencia nerviosa que podemos sentir, en un momento dado, de no poder salir corriendo de la sala de espera de un hospital. Después, a medida que las semanas avanzaban, me resultaba cada vez más cómodo y fácil seguir, con mis dedos sobre las teclas, el ritmo que marcaban aquellos pensamientos que se sucedían uno tras otro, como el girar eterno de un tiovivo.

Los motivos del comienzo se fueron trasformando en argumentos que disfrazaban historias, unas inventadas, otras inspiradas, de todos modos, ficticias todas. Día a día me distanciaba más de aquel comienzo, triste pero tierno, y comenzaba a valorar todos aquellos textos. Ya no eran sólo sentimiento puro y duro, se distinguía también en ellos mejora literaria. El grupo de seguidores que había ido surgiendo sin darme cuenta, apasionados escritores a su vez, fueron para mi la prueba de este hecho.

Ese primer año leí más de lo que había leído nunca y empezó a maravillarme la poesía que eran capaces de escribir algunas personas. De algún modo, rompí definitivamente la barrera imaginaria que yo misma había construido y en la que podía leerse: "imposible". Fue cuestión de minutos tener ante mi un listado de fechas y tipos de concursos a nivel nacional e internacional a los que podría presentarme, y fue cuestión de días pasar a limpio, imprimir y enviar por correo ordinario uno de los últimos relatos que había escrito pensando en el concurso. Aún noto el calor del papel templado entre mis manos.

A esa primera candidatura siguieron otras. Hoy en día algunas de ellas, cuando las vuelvo a leer, no me parecen lo que en su día me parecieron y otras, al contrario, se me antojan tan perfectas como tiempo atrás. Escribir fue algo que siempre supe que debía hacer, que sé que seguiré haciendo y que sé que debo seguir mejorando. Aunque requiera de paciencia y a veces no resulte fácil, de todas las semillas que planté, es una de las que puedo seguir cosechando.

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