domingo, 28 de octubre de 2012

Una historia, distintos puntos de vista externos


El otro día hablé un poco sobre los narradores internos, pues bien, hoy lo haré sobre los externos. Éstos, a diferencia de los internos, se caracterizan porque utilizan la tercera persona para contar la historia.

El tipo de narrador externo más conocido por todos es el omnisciente, quien actúa a modo de dios puesto que conoce toda la vida de todos los personajes, incluyendo su pasado y su futuro. El narrador cámara, por su parte, se limita a contar lo que sucede en la escena que describe, sin acceder a los pensamientos o sentimientos de los personajes y pudiendo dar únicamente datos ambientales que ayuden a dibujar su narración. En último lugar, también existe la figura del narrador cuasi omnisciente que, como el omnisciente, tiene acceso al mundo interior y exterior pero sólo del personaje protagonista, por tanto esta variante de narrador externo utiliza, al contrario que los otros dos, un punto de vista interno: el de la persona que sigue en todo momento.

Comparando las narraciones desde el punto de vista interno del protagonista y de un testigo, podríamos decir que el narrador cuasi omnisciente es al narrador protagonista y que el narrador cámara es al narrador testigo. Creo que ya no hace falta explicar qué dos tipos de narradores voy a utilizar para estas versiones de la historia vista desde fuera, ¿no?


  • Narrador cuasi omnisciente (punto de vista interno)
    Amanda está sentada en la segunda fila del aula en grada. Ha decidido estar lejos del resto de sus compañeros, quiere de verdad aprovechar las horas de clase y así, de una vez por todas, aprobar el próximo Junio la asignatura, que cursa ya por segunda vez. El profesor escribe en la pizarra mientras detalla cada nueva fórmula que aparece en ella. Es demasiado, le aburre sobremanera el incesante monólogo y hace rato que su mente está fuera de aquellas cuatro paredes. Mientras sigue con la mirada cada movimiento del profesor en la tarima, Amanda lucha consigo misma y se debate entre salir corriendo de allí y disfrutar de la mañana primaveral que vive a escasos veinte metros de ella o quedarse sentada durante la hora y media que le resta, concentrarse en las palabras que oye y tomar notas en los folios que tiene, todavía vacíos.

  • Narrador cámara 
    El aula, con los pupitres dispuestos en forma de grada, está medio vacía. El profesor, de pelo canoso y alborotado, camina sobre una tarima en un continuo vaivén y escribe a lo largo de las dos grandes pizarras que cuelgan de la pared. Al fondo de la clase, varios  alumnos susurran entre sí. Uno de ellos, en la cuarta fila, no participa en la conversación que tienen los chicos sentados a su alrededor. Aprieta los labios y entre sus cejas se dibujan unas arrugas tensas, mientras permanece con los ojos clavados en Amanda, que se sienta en la segunda fila. El muchacho que se sienta a su derecha le da un codazo y, cuando le mira, tira una pequeña bola de papel cuadriculado a la cabeza de una chica rubia que está sentada delante de él. Mientras, Amanda sigue con la mirada al profesor aunque también mira hacia la ventana, donde se puede ver que las ramas de los árboles fuera se empiezan a poblar por la primavera. La joven juega nerviosamente con un bolígrafo en la mano, se revuelve en su silla, suspira y, con la cabeza reposada sobre la otra mano, mira de nuevo al profesor.


No hay comentarios:

Publicar un comentario