Te despiertas por la mañana, sobresaltado por la chirriosa melodía del despertador del móvil. Sí, te gustaría poder comenzar cada día como esos tipos de los anuncios: con la luz del sol a mediodía llenando cada centímetro de tu habitación y desayunando tranquilamente junto a un zumo recién exprimido que ya estaba esperándote sobre la mesa cuando entras en la cocina. Pero nada, que hoy tampoco se han acordado de quitar el telón de la noche y el duende del desayuno se ha vuelto a olvidar de ti. Desayunas dos galletas y un café, por llamar a esa agua mal teñida de alguna manera. Lo de siempre.
Después miras el correo, porque sí, de vez en cuando disfrutas cometiendo locuras,estás hecho todo un soñador, y entonces ves que alguien te ha enviado esto: http://goo.gl/ocHkl8
Y oye, de repente ya no estás tan enfadado con el despertador ni te importa tanto que aún no estén puestas las calles ni le guardas rencor al duendecillo, al fin y al cabo ¡el pobre hombre tiene muchos desayunos que preparar cada día!. Así qué sonríes, porque al mal tiempo buena cara y a todo aquel que te trate de convencer de lo contrario...¡sonríele!
Como ya sabréis a estas alturas, estoy participando en un concurso de microrrelatos postales. Lo hago por los mismos motivos por los que me he presentado a todos los concursos de escritura en los que he participado: porque me entran las ganas locas, porque me compensa a nivel personal como pocas cosas han conseguido y sobretodo, sobretodo, sobretodo...porque me hace sentir bien. Esta vez, como se publican para todos los públicos las candidaturas y puesto que cuenta no sólo la votación de un jurado particular sino la del público general, comparto de nuevo desde aquí mi microrrelato.
Tanto si te ha gustado como si no, ¡te agradezco de veras el tiempo que has dedicado a leer estas líneas!.
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