Hace tiempo que he decidido meterme a escribir también un poco de poesía. Al decir verdad esta decisión la tomé después de sentirme un poco derrotada al no haber conseguido, en un concurso de microrrelatos reciente, ni siquiera el puesto de finalista. Modestia a parte, pero de verdad creí, y cada vez que lo leo lo sigo creyendo, que era un texto no sólo válido sino también digno de un premio.
Ya sé que para gustos están los colores y que lo que uno valora como bueno y con calidad, o cierta calidad vaya, para otros puede que no pase de ser uno más. Un texto más, un concursante más, otra persona más que quiso probar suerte... Pero qué le voy a hacer, para mi aquel microrrelato, surgido como siempre de la nada y en el momento más inesperado, es especial. ¿Que por qué? Pues por algo que ya he dicho antes: porque a pesar del tiempo, cuando lo vuelvo a leer, me siguen calando cada una de sus palabras. Y para mi esas son las grandes historias, lo brillante de todo esto. No es, ni mucho menos, el primer microrrelato que he escrito ni tan siquiera el primero que haya presentado a un concurso. Sin embargo con otros, al paso del tiempo, no me dicen lo que en su día, cuando los escribí, pensé que decían. Por tanto en ellos reconozco que algo fallaba, o no que fallara sino que no eran en todo caso para presentar a un concurso, incluso veo cosas que mejorar en ellos...
Como decía, decidí probar a hacer mis pinitos con algo de poesía. Ni que decir tiene que tuve que volverme a documentar un poco sobre estilos, métricas y demás. He probado ya con décimas y algún soneto, aunque las décimas parezcan más sencillas puesto que son estrofas de 10 versos octosílabos con rima abbaaccddc consonante, me he dado cuenta de que cuesta lograr escribir versos de tan sólo ocho sílabas, quizá es que tengo que aprender a sintetizar. De todos modos, he logrado una décima bastante divertida, o eso creo, que comparto aquí:
Una décima es bonita,
aunque a la par complicada,
piensas y no escribes nada;
miras una florecita,
es blanca la margarita,
pétalos finos la adornan,
que al sol en princesa tornan,
y sin saber cómo y cuándo,
fue la décima tomando,
la forma y ritmo que entonan.
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