Normalmente no nos paramos mucho a fijarnos en los objetos o muebles que hay a nuestro alrededor en casa, pero de repente un día te fijas en algo y empiezas a darle vueltas a cosas como el espacio que ocupa, si está en consonancia con el resto de la habitación, si el estilo ya no nos gusta... Pues bien, eso me pasó a mi con las lámparas de mi habitación, en concreto después de haber pintado las paredes y cambiar la funda nórdica de la cama.
La funda nórdica tiene un estampado de cachemir en tonos rojos y blancos mientras que las lámparas, tanto las de las dos mesillas como la de techo, tienen las tulipas azules y la estructura es una mezcla del mismo color con dorado. Así que, ya que nada perdía, me planteé pintarlas de blanco.
Tras varias búsquedas por internet y gente que hubiese hecho cosas parecidas, llegué a la conclusión de que lo mejor para pintar las de las mesitas sería utilizar pintura en spray y para la de techo pintura laca (normal y corriente, de la que se usa para todo tipo de superficies). Los motivos de utilizar dos tipos de pintura diferentes parecen obvios: puedo pintar las primeras al aire libre o en el garaje y por comodidad no contemplo descolgar la segunda. Aunque bueno, lo de comodidad es relativo, puedo asegurar que pintarla desde una escalera no es tan cómodo.
El antes y el después de las primeras es el siguiente:


Lámparas de mesa antes y después de pintar
Para la de techo, además de la pintura me hice con un mini-rodillo, que me va a ser muy útil para otras tareas que tengo en mente; y recomiendo que sea sintético, por eso de que absorbe mejor la pintura y el acabado es más limpio:


Lámpara de techo antes y después de pintar
No hay comentarios:
Publicar un comentario