Estas últimas semanas me he descolgado un poco bastante de la lectura de los fascículos que estoy siguiendo. No lo he abandonado, evidentemente, tan sólo me he tomado un descanso, cosa que es recomendable hacer cuando queramos y durante todo el tiempo que necesitemos; eso no significa que tiremos la toalla, claro, siempre y cuando lo sigamos teniendo en mente.
Cuando de pequeña leía un libro había cosas que ni me planteaba y que, con el tiempo, he ido haciéndolo. Por ejemplo, la típica saga de libros de tinte policíaco en los que el protagonista principal siempre es el mismo - detective- cuya finalidad es resolver un caso de asesinato en el que, en cada libro de la colección, varía de escenario y personajes principales y secundarios.
En este tipo de historias, como en todas, no sólo seguimos con el detective y/o el resto de personajes los acontecimientos que van desvelando el misterio inicial sino que se entremezclan partes personales de los protagonistas. Esto, como lectores, nos engancha, nos acerca a los personajes y nos sitúa definitivamente como observador dentro de la historia. Pero ¿como escritor?, ¿cómo conseguimos que quien lea nuestra historia se sienta cerca de los personajes?
Para ello necesitaremos darle una identidad a nuestros personajes, en especial a nuestros protagonistas, y nos será de utilidad usar la herramienta llamada identikit. Este recurso está compuesto por datos que construiremos a través de una biografía del protagonista, una descripción de sus características psicológicas (deseos/temores), un nombre que sea adecuado, cómo son sus rasgos externos y particulares, por qué escenarios circula y cómo habla.
Una vez tengamos todos estos datos nos será más fácil desarrollar las acciones y reacciones de nuestros personajes, que serán así coherentes durante toda la historia y conseguiremos por tanto que el lector se implique y permanezca por la credibilidad que percibe.
¡Nadie dijo que fuera fácil escribir una buena historia!
Cuando de pequeña leía un libro había cosas que ni me planteaba y que, con el tiempo, he ido haciéndolo. Por ejemplo, la típica saga de libros de tinte policíaco en los que el protagonista principal siempre es el mismo - detective- cuya finalidad es resolver un caso de asesinato en el que, en cada libro de la colección, varía de escenario y personajes principales y secundarios.
En este tipo de historias, como en todas, no sólo seguimos con el detective y/o el resto de personajes los acontecimientos que van desvelando el misterio inicial sino que se entremezclan partes personales de los protagonistas. Esto, como lectores, nos engancha, nos acerca a los personajes y nos sitúa definitivamente como observador dentro de la historia. Pero ¿como escritor?, ¿cómo conseguimos que quien lea nuestra historia se sienta cerca de los personajes?
Para ello necesitaremos darle una identidad a nuestros personajes, en especial a nuestros protagonistas, y nos será de utilidad usar la herramienta llamada identikit. Este recurso está compuesto por datos que construiremos a través de una biografía del protagonista, una descripción de sus características psicológicas (deseos/temores), un nombre que sea adecuado, cómo son sus rasgos externos y particulares, por qué escenarios circula y cómo habla.
Una vez tengamos todos estos datos nos será más fácil desarrollar las acciones y reacciones de nuestros personajes, que serán así coherentes durante toda la historia y conseguiremos por tanto que el lector se implique y permanezca por la credibilidad que percibe.
¡Nadie dijo que fuera fácil escribir una buena historia!
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